Añoranzas

Ayer mi padre cumplió 79 años, no pude abrazarlo, no pude sentir su abrazo. En la distacia, sólo escuchar su voz y contener estás ganas locas de volver, de estar con ellos y evocar mi niñez, esa parte que si quiero recordar, cuando con mi hermano menor nos preparabamos para esperar el bus en que llegaba mi padre de su  trabajo....caminabamos una eternidad, y es que a esa edad nada importa, para sentarnos en esas tardes de primavera, verano tal vez...con el corazón palpitante, pendiente de cada bus azul, un bus que nos parecia enorme, especial, era el que traía a mi padre de vuelta a casa....y ver de lejos cuando el bajaba y como se iluminaba su rostro al vernos y el nuestro...después de una larga jornada de trabajo, me imagino que era reconfortante para él ver a sus dos hijos menores esperar con ansias su llegada, por lo menos eso era lo que leíamos en su rostro.
Y volvia con nuestro heroe del brazo, mi hermano correteando alrededor nuestro, intentando relatar todo lo ocurrido   durante esas horas en que él no estaba con nosotros.  Recuerdo el canto de los pajaros en esas cálidas tardes y esa grata sensación de felicidad, de sentirse amados, de compartir esos minutos, junto a él, cuando volviamos a casa, con paso pausado, sintiendo que mi padre nos pertenecia solo a nosotros durante 15 o 20 o tal vez 30 minutos de nuestras vidas, cuando lo más importante es sentirnos cerca, cuando nuestros padres significan todo para nosotros, sin la rebeldía de la adolescencia, sin defectos encontrados...sólo amor.

Que ganas de estar...por ahora me quedo con los recuerdos, sólo recuerdos....