Querida hija

Eramos dos las que partiamos a un mundo desconocido, cada una con su equipaje, uno más pesado que el otro; uno lleno de sueños, miedos  y anhelos, el otro, tal vez, más liviano. Yo intentando no mostrar mis miedos, tú tomando mi mano, siguiendome, apoyandome. Eras sólo una niña que me miraba con sus ojos llenos de interrogantes, ojos tristes de dejar atrás la mitad de tu corazón, pero a pesar de todo conmigo, siempre a mi lado.
Han pasado casí cuatro años, desde el inicio de esta aventura, has aprendido mucho, has llorado y reido, y siempre a mi lado. Te he visto sentirte derrotada y sacar fuerzas para salir adelante. No han sido fácil  para ti estos años, pero me has demostrado toda tu valentía, tu fuerza y perseverancia. Vives entre dos mundos, tus afectos son compartidos, se que sueñas con volver algún día a tu tierra, y sería perfecto si yo tomara tu mano de regreso. Sin embargo, poco a poco has aprendido a disfrutar y darle sentido a esta gran experiencia de vida, a reir y amar. Sabes que siempre estaré contigo.
Hoy te miro, asi como te he mirado desde que eras una niña, has crecido tanto, ya no eres la niña que seguia a su madre a lo desconocido, eres una hermosa y valiosa mujer, que aún toma mi mano para apoyarme.
Te amo